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Pensamientos deshilachados

 

Marzo del 2020

 

Llegó el jinete a este país.

¿Nos lo creíamos?: NO

 

Hablamos del virus como de un enemigo bélico.

Cantamos "Resistiré" como si el virus entendiese lo que decimos, y el órdago que con ello le echamos... ¡¡Qué ilusos fanfarrones!!

 

¿De qué nos sirven los cañones? ¿Pretendemos matarlo así, a cañonazos?

¿De qué nos sirven las bombas atómicas? ¿Inyectaremos neutrones por vena a los infectados?

 

¿De  dónde viene ese mal?

¿De qué Hades ha llegado no dejándonos adorar a nuestros dioses, privándonos del consuelo de un abrazo, impidiéndonos enterrar a nuestros muertos?

 

 

Le cantamos ¿para decirle que somos más listos que él?

¡¡Qué absurdo!!

No tiene oído. No tiene ojos, ni boca.

No tiene ALMA

 

Cantamos, para seguir el refrán;"QUIEN CANTA, SU MAL ESPANTA"

Aplaudimos, bajo disfraz de agradecimiento, para decirle que tenemos quien de él nos defiende.

 

Somos impotentes gigantes contra un diminuto enemigo.

Peleamos contra lo que no vemos palmoteando en el aire.

 

No llega ni a la categoría de microbio porque es aún más pequeño.

 

Estamos asustados. Todos. Ricos y pobres. Escondidos todos en nuestras casas.

Pero ni la  puerta mejor blindada lo detiene.

 

Es una sombra negra que mata enrollándose a nuestro cuello, como una serpiente.

 

 

Ningún ejército con armas puede con él.

Sólo un ejército de cerebros bien equipados de sabiduría será capaz de acabar con él.

Los ejércitos, mientras, dejando su inútil armamento, ha de dedicarse a limpiar y a ejercer de enterradores.

 

Mueren ancianos, dejando lelos a los hijos, a los cuales les ha sido prohibido ir a verlos para no infectarlos. Ahora...¿pesa haberse sentido incómodo por la obligación de ir a visitarlos a las residencias, o por tenerlos que "aguantar" en casa?

 

Los niños, sobreviven. Son intocables.

Ahora hemos de estar con ellos porque nos lo impone un virus. ¡Cuántos preferirían ir al trabajo antes que seguir "encerrados" con ellos.

 

Estrecharíamos incluso la mano de nuestro peor enemigo.

Las guerras han hecho un alto temporal

Gastamos menos y hemos aprendido a hacer nuestro pan.

 

Todo se ha parado

Todo lo ha parado

Todo lo ha parado un algo de 0,6 micrómetros

 

                     Olvido

 

 

24 Marzo 2020  (Confinamiento por la pandemia del coronavirus  C-19)

    Moctezuma, preocupado por el suceso, fue visitar a Azmacois, el jefe de los sacerdotes, pues estos acontecimientos se atribuían a un estado anímico de su dios. ¿Habrían ofendido a Quetzacóalt?
    Azmacois, era como el sumo sacerdote de los judíos. Se había ganado la confianza del rey y de sus súbditos durante muchos años. Años que se veían acumulados en sus cargados hombros y su lento caminar. Un oráculo lleno de sabiduría por su experiencia de vida y la observación de la naturaleza.
    - Azmacois – le preguntó el rey – quisiera saber por qué ha temblado la tierra. ¿Acaso hemos ofendido a Quetzacóalt? ¿O es que nuestro sol y nuestra luna están en disputa? ¿Habrá caído alguna estrella del firmamento impactando sobre nuestra tierra? Azmacois, contéstame rápido: el pueblo está desasosegado y necesitan una explicación a lo sucedido. No quiero que la alegría de la fiesta se torne en miedo y llanto.
    - Señor, mi rey, habéis de saber algo muy grande que me ha sucedido anoche, mientras dormía. No sé si fue un sueño, o una visión. Aún me siento confundido.
    - Contad rápido, Azmacois, pues aunque yo pueda esperar, el pueblo no.
    - No creo que el pueblo pueda sacar conclusiones sobre lo sucedido, ni proponer soluciones. Diles, pues, que Quetzacóalt les agradece sus ofrendas y su alegría de esa forma tan espectacular, pero que no se asusten por ello. Luego vuelve, que os contaré el porqué de este temblor. La explicación no dista mucho de lo que diréis a vuestros súbditos.
    Moctezuma, hizo lo que le aconsejó el sabio oráculo. Los rostros de los aztecas volvieron a brillar.
Ansioso el Cacique (así se llamaba a los reyes aztecas), por conocer el motivo del clamor de la tierra, volvió al templo para escuchar a Azmacois.
    - Estoy impaciente por escuchar tu respuesta, Azmacois. Sentémonos y cuéntame.
    - Mi Señor, como os decía, anoche vi un mundo muy distinto al nuestro, al cual, habéis de ir urgentemente.

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