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Fluye

Fluye, amor, 

de mi alma dormida.

 

Agita mi mente con tu hablar

 y hazme sentir tu aliento rozando mi mejilla.

 

Deja que imagine mil formas de amar en tu cuerpo,

mil formas de besarte,

mil formas de acariciarte.

 

Canta tus versos en mi oído

Que memorizaré eternamente

Guardándolos en rincones escondidos.

 

Danza a mi lado entre las olas

Que el hondo mar trae a la orilla

 

Come en mi mano la miel de mis labios

Y el palpitar de mis sentidos.

 

Baña con tu luz de luna

La opacidad de tus ojos

Para poder ver en ellos

Lo que tu boca calla.

 

Cuéntame bellas historias

De tus lides de guerrero

Porque quiero seguir soñando

Que eres mi caballero.

 

Danza, amor, danza y canta.

Sé alegre porque así me gustas.

Sé luna, porque tu soledad amo.

Sé aire, porque libre has nacido.

 

¡Moriré amándote tanto!

En la eternidad te esperaré

Para seguir amando tu alma.

 

 

Olvido

                                                           15 Mayo 2010

    Moctezuma, preocupado por el suceso, fue visitar a Azmacois, el jefe de los sacerdotes, pues estos acontecimientos se atribuían a un estado anímico de su dios. ¿Habrían ofendido a Quetzacóalt?
    Azmacois, era como el sumo sacerdote de los judíos. Se había ganado la confianza del rey y de sus súbditos durante muchos años. Años que se veían acumulados en sus cargados hombros y su lento caminar. Un oráculo lleno de sabiduría por su experiencia de vida y la observación de la naturaleza.
    - Azmacois – le preguntó el rey – quisiera saber por qué ha temblado la tierra. ¿Acaso hemos ofendido a Quetzacóalt? ¿O es que nuestro sol y nuestra luna están en disputa? ¿Habrá caído alguna estrella del firmamento impactando sobre nuestra tierra? Azmacois, contéstame rápido: el pueblo está desasosegado y necesitan una explicación a lo sucedido. No quiero que la alegría de la fiesta se torne en miedo y llanto.
    - Señor, mi rey, habéis de saber algo muy grande que me ha sucedido anoche, mientras dormía. No sé si fue un sueño, o una visión. Aún me siento confundido.
    - Contad rápido, Azmacois, pues aunque yo pueda esperar, el pueblo no.
    - No creo que el pueblo pueda sacar conclusiones sobre lo sucedido, ni proponer soluciones. Diles, pues, que Quetzacóalt les agradece sus ofrendas y su alegría de esa forma tan espectacular, pero que no se asusten por ello. Luego vuelve, que os contaré el porqué de este temblor. La explicación no dista mucho de lo que diréis a vuestros súbditos.
    Moctezuma, hizo lo que le aconsejó el sabio oráculo. Los rostros de los aztecas volvieron a brillar.
Ansioso el Cacique (así se llamaba a los reyes aztecas), por conocer el motivo del clamor de la tierra, volvió al templo para escuchar a Azmacois.
    - Estoy impaciente por escuchar tu respuesta, Azmacois. Sentémonos y cuéntame.
    - Mi Señor, como os decía, anoche vi un mundo muy distinto al nuestro, al cual, habéis de ir urgentemente.

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